Los tiempos cambian señor mío.
Eso es muy cierto. Y ¿sabe una cosa?… Puede que cambien demasiado rápidamente para mi gusto. Permítame, por tanto, que siga fiel a mis viejas manías. Constituyen créame, el único patrimonio de que dispongo… (El maestro de esgrima)
Me encantan los mensajes de texto. Cortos, concisos y por supuesto, sin acuse de lectura. Me retrotrae, en la memoria, a los tiempos compartidos con un novio muy querido,( pero más cobarde aún…). Enviarlos era como dar una sorpresa al enamorado y a la vez, esperar con la misma intensidad, la tan ansiada respuesta, que podía demorarse horas, si no, días completos.
Aunque por supuesto, nada comparable al placer de escribir una carta, una nota… El placer de utilizar tu bolígrafo/pluma favorito, el placer del tacto del papel y el gozo inmenso que se experimenta al escuchar cómo la punta del utensilio elegido rasga el papel mientras se dibujan hermosos trazos: las palabras.

Mi vida se hace al contarla y mi memoria se fija con la escritura, lo que no pongo en palabras sobre papel, lo borra el tiempo (Paula)
Requiere de todo un ritual: pensar lo que uno quiere escribir, elegir los instrumentos a utilizar, esbozarlo sobre la hoja, relectura, tachones, corrección en la forma de expresarse, y por fin, trasladar todo este conjunto al papel definitivo. El elegido, el afortunado.

Buen nobel y papel de hilo, pensé, resistente al tiempo y a la estupidez de los hombres, tan distinto a la ácida celulosa del papel moderno, que en pocos amarillea las páginas y las hace quebradizas y caducas… (Hombres Buenos)
Y tras todo esta ceremonia, llega el mejor momento: introducirlo en el sobre, perfumado suavemente, e ir en busca del buzón de Correos más cercano. Quizá no hemos reparado en ello lo suficiente. Pero todo este proceso requiere dosis de imaginación, creatividad, amor, dedicación y sobre todo, paciencia. Paciencia y espera. La elaboración de la carta ha requerido tiempo, y la espera de la respuesta a nuestra misiva, requerirá más tiempo aún…
Tiempos de mediocridad y falta de imaginación… (El club Dumas)
Todo esto en contraposición con el odiado wasap. Aquí este método no requiere de nada más que estar en posesión de un terminal más o menos adecuado. Nada más. Y normalmente suele estar lleno de mensajes absurdos, incorrectos, insulsos, y a veces, o muchas, insultantes. Particularmente me parece obvio que no ha mejorado nuestra calidad de vida. ¿Cuántas vidas salva? ¿Cuántas penas quita? ¿Cuánto amor reparte?…. Al contrario, nos ata y esclaviza al dichoso teléfono y al resto de esa humanidad que espera enfurecida al otro lado si uno se demora unos minutos, a veces un poco más, en la respuesta. Es con esta aplicación donde se pierde el arte de la espera y la virtud de la paciencia.

A veces, algunos días, algunas veces, de vez en cuando; me rebelo contra el mundo me declaro independiente, en un acto de rebeldía si precedentes, y envío un mensaje de texto, que por supuesto nadie leerá. Y en los momentos más osados, rozando casi el suicidio, envío una carta, que por supuesto, casi nadie responderá…
El placer no sólo se encuentra en el exterior. También puede hallarse en la lealtad a determinados ritos personales, y más aún cuando todo lo establecido parece desmoronarse alrededor de uno… (El maestro de esgrima)

Feliz domingo…
Bso:At world´s end