El silencio de los buenos…

Habéis venido a luchar como hombres libres y hombres libres sois

¿Qué haríais sin libertad? ¿Lucharéis? (Braveheart)

Ruido, de voces. Una luz intensa, halógena, artificial, irrita los ojos. Parpadeo…

El aire acondicionado reseca la piel y las fosas nasales. Ausencia de iluminación natural, de brisa límpida con olor a tierra mojada, ausencia de verde que purifique el ambiente viciado y serene la mirada…

La gente camina con hombros agachados. Derrotados. Agobiados. Mirada iracunda.

Nadie escucha, nadie observa, nadie se para a reparar en el verdadero sufrimiento humano, el que procede del corazón…

El silencio de los buenos…

Ese silencio que durante y a lo largo de la historia, ha permitido y ha sido cómplice de genocidios atroces, aquel que hace de la especie humana la más mortífera y caníbal.

No hace falta alejarse mucho en el día a día para descubrir ese dolor que nace en lo más profundo del ser, y para percibir cómo a los que te rodean les es completamente indiferente… Pues lo que prima hoy en día es la satisfacción inmediata de, lo que pensamos, son nuestras necesidades. Siendo éstas últimas una serie de caprichos vacíos dirigidos al centro de nuestro  atormentado ego.

Quizá piensen que soy una exagerada, que esto es una hipérbole desmesurada y fantasiosa… Quizá ustedes no están mirando, o quizá todo esto no interfiere en su vida diaria y lo que buscan es ponerse a salvo…

Luchad y puede que muráis. Huid y viviréis. Un tiempo al menos. Y al morir en vuestro lecho, dentro de muchos años ¿no estaréis dispuestos a cambiar todos los días desde entonces por una oportunidad, solo una oportunidad, de volver aquí…? (Braveheart)

A salvo. Porque claro, a veces o casi siempre, ante las injusticias que sufren los que nos rodean, o quizá nosotros mismos, ya sea de cerca o desde lejos, lejísimos, hay que posicionarse. Tomar partido y exponerse. Y he aquí el quid de la cuestión: atreverse a mostrarse y que los demás opinen de uno. A sufrir las posibles consecuencias de esta exposición. Aventurarse a ser valiente y honesto con uno mismo y con la persona que sufre el maltrato de una sociedad enferma.

Tarea nada fácil si consideramos el momento actual de lo políticamente correcto, que encierra y oculta las falacias más despreciables, que tolera el uso y abuso de prácticas que pretenden hundir y desprestigiar a todos aquellos insensatos seres que opinan diferente…

El silencio de los buenos…

O quizá más bien nos venga al pelo aquel sabio refrán, cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar… Sí, las TUYAS.

Últimamente acontece un suceso profundamente injusto y doloroso. Se trata del maltrato personal y profesional que cada día tiene que hacer frente una persona honesta y valiente. Es doloroso porque uno llega a pensar ¿en qué me he equivocado? ¿qué es lo que he hecho mal? ¿cuál es mi pecado?… Respuesta: ser honesto consigo mismo y con los demás al no dejarse pisotear, aplastar, por la maquinaria apisonadora, implacable, que es el sistema en el que nos movemos, el cual se afana en silenciar y eliminar a todo aquel que no baja la cabeza, asiente y besa el suelo que pisan, más bien hoyan, hunden con su paso todos aquellos dirigentes incompetentes y mediocres que creen dirigir el designio de nuestras vidas.

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¿En qué lugar o momento erré mi camino para verme envuelto en esta situación?, se pregunta cada día… Respuesta: en el silencio de los buenos que la rodean, donde nadie se atreve a dar la cara, no vaya a acontecer que sean salpicados con una situación parecida…

Hace poco hice una visita a la exposición de Auschwitz…

Bso:Freedom

Tu corazón es libre, ten el valor de hacerle caso… (Braveheart)

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