Conmigo vais, campos de Soria,
Tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río,verde sueño
del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolía
de la ciudad decrépita,
me habéis llegado al alma,
¿o acaso estabais en el fondo de ella? (ANTONIO MACHADO)
Atrás queda Marid, diáfano y ruidoso, vibrante e insomne estación tras estación, sin descanso.
Según avanza la carretera, el territorio se va allanando y nos adentramos en Campos de Castilla. La nevada de la última noche ha dejado el paisaje tamizado de un blanco brillante, y el silencio pacífico que acompaña a la nieve, nos rodea. En mi regazo, llevo dos libros, Poesías Completas de Antonio Machado y Rimas y Leyendas de Bécquer. En el asiento de atrás, las niñas dormitan en placentera siesta, la pacífica soledad de las tierras de Soria comienza a tocarnos con sus fríos y rudos dedos…

¡Campos de Soria
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!…. (Antonio Machado)
Me sumerjo en la lectura de mis dos poetas favoritos, aquellos que cantaron a la belleza de la meseta castellana y que hoy en día siguen emocionándome al releerlos, siguiendo, quizá, sus huellas por tierras sorianas… Nuestra ruta nos lleva al Norte de la provincia, hacia un pueblecito llamado El Royo, en busca de tranquilidad, naturaleza y buena gastronomía. En escasa dos horas y media, nuestro destino aparece en el horizonte nevado, atravesamos las Tierras de Alvargonzález…

La hermosa tierra de España
adusta, fina y guerrera
Castilla, de largos ríos,
tiene un puñado de sierras
entre Soria y Burgos como
reductos de fortaleza,
como yelmos crestonados,
y Urbión es una cimera… (Antonio Machado)
Y al fin llegamos al que será nuestro hogar durante estos días de desconexión, descubrimiento y encauzamiento hacia nuestros lazos familiares y hacia la tierra de la que provenimos. Esperanza nos recibe a las puertas de La casona de El Royo en esta fría tarde soriana. Afable y parlanchina, esta mujer hecha a sí misma, dirige y lleva con buena mano este establecimiento con más de 300 años de antigüedad. Ancestral casona de piedra, sus gruesos y antiguos muros y su interior forrado en madera nos acogen cálidamente.

Establecemos campamento base en la bonita y cuidada buhardilla y nuestros días se suceden en una lenta decadencia, comenzando con ricos desayunos, a los que siguen mañanas rebozadas en la nieve de Santa Inés , y tardes de paseo en pueblos centenarios, medievales, señoriales, donde la luz del sol se refleja en las piedras de las casonas, susurrando grandes batallas y viejas leyendas a los oídos de los que se atreven a perderse entre sus tortuosas y vacías callejuelas de la tan olvidada y preciosa provincia de Soria.


Vinuesa, Covaleda, Cidones… llegamos a Molinos de Duero, donde degustamos ricas viandas de la zona en la Real Posada de la Mesta. Nuevamente, Antonio Machado nos acompaña en cada paso que damos…
En la desesperanza y en la melancolía
de tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva.
Tierra de alma, toda, hacia la tierra mía,
por los floridos valles, mi corazón te lleva…

Al caer el sol, nos refugiamos alrededor del fuego, y cada uno, en apacible armonía, se dedica a lo que más le apetece. Hay momentos de lectura, de juegos de mesa y de contar historias antes de dormir… No hemos visto la televisión. Nada de wasap… Hemos conseguido tranquilidad, silencio, armonía y amor… Gracias Soria…

Feliz domingo…
Que bien escribes Ana! Una vez más me ha encantado leerte! Besos!
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Gracias, un placer tenerte por aquí. Un abrazo
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