Algunas personas oyen sus propias voces interiores con gran claridad y actúan según lo que oyen. Esas personas se vuelven locas o se convierten en leyenda… (Leyendas de Pasión)
Hay personas y lugares que te marcan para siempre. En mi caso una persona me guió hacia ese lugar…
Mi querida María. Esbelta, inteligente y bella. Bella por dentro y por fuera. En aquel tiempo ya lejano en que nos conocimos, ambas librábamos nuestra propia batalla interna. La misma batalla, la misma lucha, la misma desesperación y el mismo dolor. Pero creo que la dulzura que existía en nuestro interior y el viento del Este, que de vez en cuando sopla, nos llevó a coincidir en tiempo y lugar. Y a hacernos amigas por siempre.
En aquellos días grises, en los que en Madrid no llovía, pero en nuestro interior diluviaba, mi querida y delicada María me descubrió una banda sonora con la que escapar hacia otros lugares y que nos daba una tregua en aquella tempestad que nos sacudió. Se trata la banda sonora de la película Braveheart.
Y nos convertimos en dos reinas celtas, que soñaban con montar a caballo por paisajes verdes, disparar flechas a enemigos, no tan irreales, que habitaban en nuestro interior, con el pelo suelto, bajo una lluvia suave y una neblina envolviendo nuestro particular paisaje.
Y Diciembre llegó como una losa. Y María, mi amiga, me dejó una banda sonora que sin ella saberlo me llevó a mi tierra celta, tan buscada, tan ansiada. Asturias.
Aquí respiro, descanso y me encuentro conmigo misma.Aquí me casé con mi amor. Aquí soy feliz, y no necesito una estrella que me lleve al sur, sino al norte…
Es aquí donde, si cierras los ojos, oyes el batir del mar contra las rocas, se escucha el movimiento de las alas de las gaviotas, las estrellas aparecen límpidas en un cielo negro, sin contaminación, dejando ver a esa estrella Polar que ha guiado a los pescadores durante miles de años…Es aquí donde puedes escuchar el sonido de las gaitas mientras paseas por sus bosques, acompañadas del ruido del agua procedente de ríos salvajes e indómitos…
Es aqui donde regresaré algún día para ya no marchar jamás, cerrando así el círculo que creamos María y yo. Mi hija mayor se llama María, y este post está dedicada a esa otra María, hada celta que sé que danza entre los eucaliptos en noches de luna llena.
Feliz domingo…
Jo, sin saber muy bien por qué, me entristece este relato. Un abrazo
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Es una historia agridulce. Gracias por tu comentario. Un abrazo gordo
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