«Tengo una rara nostalgia de Grecia…quizá porque su hundimiento significa el derrumbe de algo abstracto que está más allá de una economía común: el progresivo desfallecimiento de una cultura de la que, en muchos aspectos, ya nos van quedando solo unas pocas ruinas salpicando las colinas de algunas de nuestras ciudades más visitadas…»
Así comienza uno de los artículos que más me han emocionado en los últimos tiempos. Así me di cuenta de cómo las lecturas y temarios de las clases de mi hija ya no hacen referencia al mundo clásico, latino (proveniente del latín) del que venimos, el origen de nuestra cultura. Y así fue como descubrí el libro de El pequeño hoplita, escrito por Arturo Pérez Reverte e ilustrado por Fernando Vicente.
Se trata de una adaptación para niños de la batalla del paso de las Termópilas.
«Érase una vez trescientos hombres valientes que iban a morir…»
Comienza el libro, y desde la primera página nos engancha totalmente. Una historia del pasado, de aventuras, de valientes, de traiciones y de héroes…
Durante una buena temporada lo hemos leído cada noche, despertando nuevas curiosidades. Quería saber quien eran los hoplitas, dónde está situada Grecia, quiénes eran los persas…
Y de repente se abre un mundo nuevo ante sus ojos. Miles de preguntas sobre civilizaciones ya lejanas en el tiempo pero que son la cuna de nuestras raíces. De dónde venimos, hacia dónde vamos… Y ganas de aprender. Así que ahora estamos en búsqueda y captura de libros sobre mitología griega.
Historia de religiones y una historia por conocer e intentar entender. Darse cuenta de que todo lo que pase, ya pasó anteriormente. ¿Quienes somos? ¿Por qué? ¿En qué creían aquellos hombres…?
«Y allí siguen los dos, cada uno con su casco, su lanza y su escudo. Un hombre y un niño. Esperando…»
Y en nuestra agenda, un viaje a Grecia antes de que sea demasiado tarde y la estupidez, la desmemoria y la incultura caigan sobre nosotros como una pesada losa que ya no podamos levantar…
«Algunos hombres tenían una dignidad hermosa, como estatuas clásicas o como Ulises. Sí, recuerdo que al verlos pensé que quizá Ulises se paseaba por todos los puertos de Grecia enfundado en la piel de sus pescadores, con su barba y su cabello espeso y gris, sus hombres recios, su piel morena y esa increíble mirada transparente como de mar buscando siempre en la tierra un punto al que volver. Las mujeres griegas portaban esa misma dignidad a la altura del pecho como una medalla y a veces caminaban en parejas cogidas del brazo, lo que hacía sospechar que compartían algún secreto que las amarraba una a otra con un lazo fuerte, inalterable. Tenían en el rostro ese aire fuerte de Penélopes que tienen muchas mujeres latinas, como de valentía o de resignación…» (Nostalgia de Grecia)
Feliz domingo…