«La Toscana es un lugar delicado, pintado a la acuarela y bautizado con vino y aceite, que aguarda sentado a que le hagan compañía…» (Marlena de Blasi)
No, esta vez no ha sido la Toscana, pero casi…
Ubicada en la localidad de Candeleda, La Casa de los Tomillares es un pequeño hotel con encanto que invita a la paz, al descanso y sobre todo, a disfrutar de los pequeños placeres de la vida: buena comida, un paisaje envidiable y buena compañía.
No había tiempo para una escapada más larga ni más lejos, pero necesitabámos descansar del ritmo tan loco de vida que nos ha tocado vivir y además ni nos acordábamos de la última vez que disfrutamos los dos de una cena sin prisas, una buena copa de vino y sobre todo dormir toda una noche del tirón. Así que empezamos a buscar hueco para un pequeño fin de semana solo para dos.
Y me acordé de un sitio con mucho encanto al que tenía muchas ganas de ir. La Casa de los Tomillares. El años pasado hice un máster sobre organización de eventos y bodas que impartió Wedding Event Planner y uno de los colaboradores era familiar de los dueños de este lugar tan idílico. Así hablando surgió el tema y me recomendó el sitio. Así que hice una reserva y lo cierto es que estoy deseando encontrar otro hueco para volver…
Candeleda, localidad situada en la Sierra de Gredos es un sitio con un microclima especial. Ni los inviernos son tan duros como en el resto de la Meseta, ni los veranos son tan cálidos. Rodeados de unos paisajes increíblemente bonitos, hemos pasado dos días de lujo alojados este precioso hotel, donde la cocina es llevada por una magnífica chef formada, entre otros sitios, en la prestigiosa escuela de cocina Le Cordon Bleu.
Decorado con gran encanto, sus habitaciones son espaciosas y la cama tamaño king size te atrapa y envuelve. Bajar al pueblo a tomar el aperitivo en una de las numerosas terrazas, hacer rutas de senderismo, montar a caballo o disfrutar de un buen masaje tailandés son algunas de las actividades posibles, y al caer la tarde, sentarse en su magnífico jardín frente a la piscina con un buen vino mientras charlamos, disfrutando de las vistas viendo como poco a poco el sol se oculta detrás de las montañas, acompañados por el único ruido que podrás encontrar: el canto de los grillos…
Sin duda volveremos, esta vez, con más calorcito y así poder disfrutar de unos bañitos en la piscina y que nuestras pitufas puedan hacer uso de la casita infantil que tienen preparada en el jardín para que los más pequeños puedan también jugar y disfrutar a sus anchas.
Feliz domingo…